El Regalo del Roscón de Reyes
Resumen
Habían topado con el “regalo” del Roscón de Reyes.Eso pensé cuando me enteré de la noticia. Es exactamente la misma sensación, eso de hurgar y hurgar en el roscón, primero la capa de bizcocho de arriba, más tarde buceando en la nata con el dedo… hasta que das con él.
Todos –creo– que lo hemos hecho de niños. Evidentemente no es algo que esté bien, pues el roscón es de más gente, haciendo esto se estropea, hay que comerlo por orden, sin destrozarlo.
Aparecieron donde menos lo podíamos esperar, a unos cuarenta centímetros de la superficie, en un lugar por el que todos los días transitaba con los visitantes mil veces. En esos momentos no me encontraba trabajando y supuso un fuerte impacto para mí. Acudí a verlos una calurosa mañana de finales de agosto.
Y después de todo, allí estaban, los restos óseos de dos hombres jóvenes –lo supuse por las suturas craneales y la mandíbula– que habían vivido hacía más de dos mil cuatrocientos años. Allí estaban. Justamente al pie de la muralla del siglo IV a.n.e., asociados al hallazgo de dos amasijos de hierro que, a priori, habían sido interpretados como dos espadas.