Más que comunicación.
La interpretación como disciplina para planificar los usos del patrimonio
Resumen
Las personas que practicamos la interpretación del patrimonio siempre hemos tenido la necesidad de definir qué es, necesidad que nace de la dificultad de definir, no tanto el concepto, sino más bien el trabajo que implica su uso. Si hiciéramos un repaso rápido por los textos básicos de la interpretación, no nos sería difícil percibir que no todo el mundo entiende lo mismo al hablar de ella, ¿se trata de una disciplina?, ¿de un arte?, ¿de una técnica?, ¿de un método?, ¿de una filosofía?, ¿de una estrategia?
El paradigma de la persona dedicada a la interpretación del patrimonio se ha asociado a quien hace interpretación personal directa, es decir, los y las guías intérpretes. Pero los requerimientos que de manera progresiva se han añadido al uso del patrimonio, han provocado que la interpretación se haya vuelto más compleja y requiera de una mayor especialización. Al patrimonio se le pide hoy que ejerza de motor de desarrollo local, se le pide que sea punto de encuentro de debate crítico, se le pide que sea piedra filosofal de identidades o se le pide que se convierta en un atractivo turístico. Con tanta diversidad, no siempre la persona que planifica una experiencia interpretativa es quien la ejecuta personalmente. Entonces, ¿quién es el o la intérprete?, ¿sólo quien planifica?, ¿sólo quien ejecuta?, ¿ambas figuras?